TRAUMAS OCULARES INDUCIDOS EN EL PARTO
Por: Luisa Fernanda Villamil López – Angie Vanesa Sarta Pérez
Estudiantes de Optometría – Universidad El Bosque
Un trauma ocular se define como toda lesión que puede ser de origen mecánico, perforante o contuso, generando una afectación en el tejido. Este puede ser leve, moderado o severo, y lleva a consecuencia un daño visual temporal o permanente (1).
Los traumas oculares inducidos en el trabajo de parto se dan comúnmente por acciones obstétricas como partos instrumentados: el uso de fórceps, espátulas de Thierry, extracción por ventosa por desproporción cefalopélvica, (el dispositivo se ubica sobre la cabeza fetal mediante la tracción ampliando el canal vaginal) y lesiones intrauterinas que se descubren en la amniocentesis donde se pueden ver hasta el momento del nacimiento. Estos se indican cuando la madre presenta patologías cardiacas o pulmonares que contraindiquen la maniobra de Valsalva como en crisis hipertensivas, afectación cardiaca severa etc. (4)
Dentro de las lesiones oculares que comúnmente se producen en el parto se identifican: las hemorragias subconjuntivales; las cuales son más recurrentes cuando el parto es instrumentado, conjuntivitis infecciosas que están asociadas a la sepsis vaginal de la gestante (2) hifema, las hemorragias retinianas como la retinopatía de Purtscher que se presenta con hemorragias prerretinianas secundarias a compresión de la caja torácica (5), abrasiones corneales y laceraciones palpebrales (compromiso de canalículos) que suelen ser benignas y desaparecer en 48 horas, entre otros. Sin embargo, hay procedimientos que pueden generar daños de la función visual como la parálisis facial periférica afectando sus tres ramas (ojos, boca y rostro), síndrome de Horner y otros de causa indirecta como el edema corneal (3,5).
Hemorragias subconjuntivales
También conocidas como hiposfagmas, son depósitos de sangre entre la conjuntiva y la esclera a causa de una rotura de un vaso pequeño de los plexos de la superficie anterior (6) estas suelen desa- parecer de manera espontánea y no requieren tratamiento. No obstante, cuando estas lesiones son grandes y extensas, pueden ser una manifestación de una lesión traumática escleral o intraocular. Las he- morragias subconjuntivales que suelen reincidir, son signos de posibles coagulopatías o anomalías plaquetarias. Sin embargo, es importante la revisión oftalmoscópica con la pupila dilatada para una mejor exploración (4).
Conjuntivitis séptica
Es la segunda afectación en el parto más recurrente a nivel ocular según estudios realizados (2) Esta es causada por bacterias (Gonococco, Chlamydia trachomatis, etc) o virus (Adenovirus y Herpes genital) que habitan en el área genital de la gestante y pueden infectar al recién nacido al momento de salir por el canal de parto. La infección puede disminuir la visión e incluso crear cicatrices en la córnea del neonato (10).
Hifema
Se caracteriza por ser una acumulación de sangre en la cámara anterior del ojo que eventualmente se presenta en la parte inferior del globo ocular. Este signo es característico de un trauma con objetos (7), que en este caso corresponden a los dispositivos usados en el momento del parto. En el examen externo, puede identificarse un coágulo o una hemorragia que puede ser tenue en forma de media luna o que puede abarcar toda la cámara anterior. El hifema puede traer secuelas importantes para la visión ya que genera la obstrucción de estructuras angulares donde se puede elevar la presión intraocular o inducir un glaucoma agudo que puede producir sintomatología en el neonato como vómito, acompañándose de llanto, irritabilidad o rechazo de ali- mento. Si este problema no se soluciona de manera rápida puede generar daños en la función visual debido a la presión sobre el nervio óptico el cual puede generar un daño irreversible sobre este y el re- manente de sangre en la córnea, que suele tardar meses en aclararse, puede dar origen al desarrollo de ambliopía por deprivación (4).
Hemorragias retinianas
Las hemorragias retinianas secundarias al parto son muy comunes siendo la principal causa la extracción por ventosa y la extracción por vacío (8). Esta genera un daño mecánico que compromete los vasos retinianos por compresión del globo ocular donde hay diversos agentes que llevan a cabo esta lesión como: el diámetro cefálico y la duración del parto, pero en menor proporción. Las hemorragias retinianas en el parto cotidianamente son intrarretinianas. Suelen ser bilaterales, unilaterales o asimétricas y se presentan en punto y llama, donde pueden interferir en el desarrollo visual si estas son centrales
o grandes; pero las prevalencias de déficit visual por hemorragias a causa del parto son muy bajas. Las hemorragias acostumbran a desaparecer en un lapso de 3 semanas después del parto. (4) La retinopatía de Purtscher se caracteriza por presentar una serie de hemorragias intrarretinianas que se manifiestan con signos como: blanqueamiento retiniano superficial a causa de la extravasación linfática por aumento repentino de la presión intracraneal, hemorragias intrarretinianas y papiledema a causa de un traumatismo craneoencefálico, que en este caso corresponde al parto instrumentado (5,9).
Abrasiones corneales
Son defectos en el epitelio corneal que se producen por una acción mecánica sobre la superficie y se identifican por medio de la tinción con fluoresceína. Su recuperación puede ser pronta, pero
si no se tienen las precauciones se puede llegar a generar complicaciones en el neonato como queratitis, endoftalmitis, sepsis y meningitis (4)
Laceraciones palpebrales y canaliculares
Se han evidenciado casos donde se han presentado daños en la piel del párpado y daño funcional de las vías lagrimales a causa del parto instrumentado. Este tipo de accidentes obstétricos deben ser intervenidos quirúrgicamente lo más temprano posible, ya que puede generar daños estéticos y en todo el mecanismo de la lágrima. La reconstrucción del canalículo se lleva a cabo mediante el uso de un disposi- tivo monocanalicular llamado Mini-Monoka® siendo esta una técnica usada desde los años 90 hasta este momento con gran éxito (5).
Síndrome de Horner asociado al parto:
El síndrome de Horner se trata de un trastorno en la vía simpática ipsilateral en cualquier parte de su trayecto. Este se caracteriza por presentar miosis; en el síndrome de Horner la pupila no reacciona en la oscuridad y tampoco con el uso de fármacos como el colirio de cocaína, hay disminución de la hendidura palpebral a causa de la ptosis leve producida por este y una elevación no tan evidente del párpado inferior que aparenta mostrarse como un enoftalmos, también puede manifestarse con una disminución en la sudoración conocida como anhidrosis facial (11). Este síndrome suele afectar a la madre debido a la inyección epidural para analgesia y anestesia en el parto por cesárea secundario a una lesión sobre la médula espinal al introducir el catéter para llevar a cabo el procedimiento (12).
Lesiones nerviosas:
La lesión más común secundaria al parto instrumentado es la afectación unilateral del VII par craneal que puede ser temporal o permanente.
– Parálisis facial periférica: Suele presentarse a causa de la compresión intrauterina o intraparto que genera la lesión. Comúnmente se asocia a uso de fórceps y afecta a las tres ramas del nervio (frente, ojo y boca). Los signos característicos de esa parálisis son: Dificultad para el cierre palpebral, no hay pliegues en la frente y llanto asimétrico con desviación en el lado afectado. Puede ser temporal siempre y cuando no haya rotura de las fibras nerviosas y en los casos donde es permanente requiere de neuroplastia (3).
Recomendaciones
Hay que tener en cuenta que antes de iniciar un parto instrumentado se le debe explicar a la paciente gestante la indicación, los beneficios y los posibles riesgos, así como las alternativas (si las hay), de manera que quede constancia de un consentimiento verbal y escrito (13).
Además de esto se debe realizar una correcta evaluación del abdomen, pelvis materna, de la posición, variedad, bienestar fetal y de la
dinámica uterina. Es un factor importante que se tengan en cuenta contraindicaciones como lo son la ausencia de dilatación completa o evidencia clínica de desproporción pelvi-fetal ya que estos podrían desencadenar algún trauma durante el procedimiento, se debe hacer uso correcto de cualquier instrumento o protocolo para acompañar el parto con el fin de que se disminuyan los riesgos para el recién nacido (13).
Conclusiones:
- El parto instrumentado debe realizarse cuando la madre presente patologías cardiacas o pulmonares que contraindiquen la maniobra de valsalva como en crisis hipertensivas, afectación cardiaca severa.
- La probabilidad de un trauma ocular inducido en el parto es mayor cuando es instrumentado o hay lesión intrauterina.
- Hay mayor prevalencia de hemorragia conjuntival y conjunti- vitis séptica en partos instrumentados.
- Los estudios comprueban la relación estrecha que hay entre la sepsis vaginal de la gestante y procesos infecciosos oculares en el recién nacido.
5. Algunos traumas no son frecuentes, sin embargo, no se
descarta si no se hace un buen procedimiento en partos instrumentados.
Agradecimientos. A la Dra. Diana Rey docente de la Universidad El Bosque por la corrección de estilo y motivación hacia la redac- ción de textos científicos.
REFERENCIAS
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