Optometría Clínica
Es para mí un gran honor, que las directivas de la Revista 20/20 Latinoamérica, hayan considerado mi nombre, para que, a partir de esta edición, presentemos a los profesionales de la salud visual y ocular de la región, una columna que cumplirá los siguientes objetivos:
Realizar un análisis clínico idóneo de las técnicas y procedimientos para la determinación de los defectos visuales y motores de nuestros pacientes.
- Consignar mis experiencias clínicas, para la aplicación pertinente de las diferentes técnicas optométricas.
- Indicar los procedimientos, que permitan la resolución de la semiología ocular generada por las ametropías y las disfunciones: heterofóricas, acomodativas y convergentes.
- Integrar la refracción manifiesta del defecto visual y disfunciones motoras, con la prescripción óptica y selección adecuada de: armazón, lentes oftálmicos y/o lentes de contacto.
- Para resaltar la trascendencia de nuestra profesión en el con- texto de la Salud Pública, me permito extraer apartes de mi artículo editorial publicado en la revista Salud Bosque, en el año 2014: “En el Informe de La Salud en las Américas, la Organización Panamericana de la Salud mencionó que por cada
millón de habitantes 5.000 personas eran ciegas y 20.000 con trastornos visuales en países Latinoamericanos y del Caribe; de los cuales cerca del 60% por defectos refracti- vos (ametropías) o cataratas. Según el Informe de la Salud Visual en Suramérica- 2.008 desarrollado por la Unesco y la Universidad Politécnica de Cataluña, se estimó que en Latinoamérica el 13% de la población en edad escolar tenía errores refractivos que pueden causar disminución de la agudeza visual. Así, los defectos refractivos no corregidos, constituyen la causa más común de deficiencias visuales
Teniendo en cuenta que la óptica, la optometría y la contactología constituyen una triada al servicio de la salud visual, la revista involucra un espacio de información y reflexión en el contexto de la optometría clínica, que permitirá correlacionarla con la óptica oftálmica, la anteojeria y la contactología.
Optimización del examen optométrico
Desde el inicio de mi ejercicio profesional, hacia principios de la década de los años setenta, he sido testigo de excepción de los cambios en las técnicas, procedimientos e instrumentos para la determinación precisa de los defectos visuales, disfunciones motoras, alteraciones acomodativas y diagnósticos de la patología ocular.
Lo anterior, ha traído como consecuencia la generación de diferentes escuelas, que tienen el mismo fin: la determinación de los problemas visuales y oculares y su corrección o terapia visual. Sin embargo, hay dos posiciones antagónicas, que en este escrito pretendo analizar y conciliar.
Una clásica, con la cuál me identifico, que sin tanta instrumentalización logra determinar con bastante exactitud el defecto visual y las alteraciones motoras y acomodativas. Utiliza además de las técnicas y datos de los instrumentos básicos y convencionales, criterios y análisis clínicos que las nuevas generaciones han venido ignorando, por ejemplo: la refracción subjetiva binocular, la ecualización binocular, los prismas giratorios de Rysley (técnica de Von Graefe), análisis gráfico de Donders, análisis visual de Leo Manas, las técnicas analíticas de Skeffington, cilindro cruzado de Jackson y muchas otras más. No pretendo decir que sea la mejor y que en todos los casos de una rutina de examen deban realizarse, pero si con estudio y práctica, se puede determinar en que casos se deben aplicar. Por poner un ejemplo en el libro Tratamiento Clínico de la Visión Binocular, sus autores Mitchell Scheiman, y Bruce Wick, recomiendan que, si el paciente presenta una exoforia sin reservas, deba utilizarse el criterio de Sheard y si el caso es de endoforia el criterio de Percival.
La otra escuela mas mecanicista, se apoya mas en ayudas diagnósticas, incluso a veces innecesarias, para buscar un dato clínico que coadyube a determinar la corrección óptica. Una tendencia muy frecuente, no solo en optometría sino en general en las profesiones de la salud, es apalancarse en exámenes adicionales, perdiendo el “Ojo Clínico” y la correlación de datos. Pongo dos ejemplos: el primero nuestro profesional solicita en todos los casos topografía corneal sofisticada (por elevación) simplemente para un astigmatiso corneal simple y regular, que puede ser medido y analizado con una queratometría convencional.
El segundo caso, no practicar una retinoscopía y reemplazar el dato del defecto visual, por la medida obtenida por un autorefractrómetro. No quiero descalificar este instrumento, pero como el ojo es un mecanismo dinámico, este instrumento difícilmente controla la acomodación, pues el punto de fijación es cercano, mientras que en una retinoscopía a distancia (6 mts. Infinito óptico) y técnica de emborronamiento (miopización) logra el control acomodativo en gran medida.
En mi concepto, lo ideal es combinar las dos escuelas, puesto que algunos procedimientos más recientes en nuestra rutina tales como: interpupilómetría digital, autorefractoqueratómetría, topografía corneal, paquimetría, oftalmoscopía indirecta, lensometría digital, etc, son necesarios. Por otra parte, los profesionales jóvenes, deben retomar los exámenes analíticos e integradores, que permiten correlacionar agudeza visual, ametropía, estado fórico y funciones acomodativas-convergentes, para lograr el restablecimiento de la visión y el uso confortable (asintomático) de su correctivo óptico (anteojos o lentes de contacto).
En Colombia, con la legislación vigente (ley 372) el examen optométrico se ha medicalizado por la inclusión del cuidado primario ocular que faculta para la formulación de fármacos de uso tópico, para exámenes diagnósticos y terapéutica ocular. Si bien es cierto que a extendido el campo de acción, ha distorsionado en mi opinión, las competencias prioritarias del examen optométrico. Conozco de buena fuente, que, con esta nueva modalidad de ejercicio, se están ignorando los exámenes para determinar el estado fórico habitual e inducido y el análisis de las demandas versus las reservas fusionales y acomodativas. En otras palabras, un examen medicalizado, refaccionista y mecanicista frente a un examen clínico analítico.
Por el contrario, en la región andina y gran parte de Centroamérica, sus legislaciones no permiten la extensión del examen optométrico al cuidado primario, El ejercicio, se apalanca en un examen, por lo general mecanicista refraccionista, que prioriza el uso del autorefractrómetro, el cuál no reemplaza la técnica de la retinoscopía. La experiencia nos ha demostrado que podría considerarse como una refracción donde se hipercorrigen los miopes y se hipocorrigen o no se detectan los hipermétropes bajos. Lo que si permite es obtener medidas confiables del eje astigmático y una buena aproximación al valor cilíndrico.
He denominado este artículo como Optimización del Examen Optométrico puesto que pretendo en cada número, analizar una de las técnicas utilizadas en la rutina clínica, buscando consignar mis apreciaciones sobre la exactitud, forma correcta del procedimiento, en que pacientes aplica y que resultados son o no confiables.
Pongo a disposición de los lectores mi correo electrónico, para resolver inquietudes y/o retroalimentación de los temas tratados. joseplataluque@yahoo.com
Referencias bibliográficas
Benjamin, William, Borish,S Clinical Refraction, 2a. St Louis, USA, Butterworth Heinemann Elsevier , 2006.
Martin, Raúl y otro. Manual de Optometría Ed. Médica Panamericana, 2a. Ed. 2018
Plata, José. Optometría en el contexto de la Salud Pública, Revista Salud Bosque, Ed. Published, Vol. IV No. 1, Bogotá, 2014 Plata, José at. El, Optica Oftálmica Aplicada, 2a. Ed. Contacta, Bogotá, 2014
Scheiman, Mitchell / Wick, Bruce, Tratamiento clínico de la visión binocular, ed. Ciagami, España, 1996 https://mega.co.nz/#!yx8yyayr!enlm_wdi4ahrtjz7pxvgiyqdld4doux3nfjt2wk4tjo
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