La importancia de la intervención temprana en la miopía
Por Craig Woods, BSc (Hons), PhD, MCOptom, Consultor Clínico, BHVI
(Este artículo fue traducido y editado con autorización del grupo Jobson Publishing)
¿Podemos iniciar la conversación con nuestros pacientes/padres sobre la necesidad de minimizar cualquier nivel de miopía y crecimiento axial?
Además, explicar que está justificado iniciar el tratamiento debido a la presencia de cualquier factor de riesgo para el desarrollo de la miopía, y que no debemos esperar a que la miopía progrese.
En los últimos años, se ha publicado mucho sobre la gestión y el control de la progresión de la miopía. Recientemente, Lanca et al.(2023) han resumido una serie de publicaciones que miden la eficacia de diversas estrategias de tratamiento.1 Ahora disponemos de pruebas razonables que demuestran que estas terapias funcionan, ya sea utilizando atropina,2 ortoqueratología,3 óptica multifocal con lentes de contacto blandas,4 o gafas.5,6
¿Por qué consideramos las terapias para controlar la progresión de la miopía?
Algunos pueden preguntarse por qué tanto alboroto por controlar una anomalía óptica que simplemente requiere gafas monofocales o lentes de contacto para su corrección. Este punto de vista es un poco miope (¡sic!), ya que la evidencia es muy clara en cuanto a que niveles bajos de miopía conducen a niveles más altos y al aumento asociado del riesgo de enfermedades oculares. Safal Khanal (2023)7 hizo un llamamiento a tomarse más en serio el tratamiento de la miopía y a tener en cuenta las consecuencias de un aumento de la miopía en un editorial reciente de la revista Ophthalmic and Physiological Optics. Sabemos que, a medida que aumenta la miopía, aumenta el riesgo de padecer enfermedades que ponen en peligro la vista, como cataratas, desprendimiento de retina, glaucoma y maculopatías.8-11
¿Es sólo el nivel de miopía o hay otros factores?
Existen pruebas sólidas de que el aumento de la longitud axial asociado a la miopía también conlleva riesgos de complicaciones. Se ha informado de que los factores de riesgo potenciales de complicaciones por elongación axial son el sexo femenino, la aparición de áreas crecientes de atrofia coriorretiniana peripapilar y ángulos de arcada vascular retiniana más pequeños.12 Es importante comprender estos factores predisponentes, especialmente porque en otro estudio se observó que se produce elongación axial continua en adultos con alta miopía.13 Tideman et al. (2016)13 concluyeron que se asociaba un mayor riesgo de discapacidad visual a lo largo de la vida con longitudes axiales de 26 mm o superiores y errores refractivos de -6,00D o superiores, y que es probable que niveles más altos de miopía conlleven una reducción del éxito de los tratamientos para estas enfermedades asociadas más adelante en la vida.
Por último, existen pruebas convincentes de que estos factores de riesgo de enfermedades oculares debidas al alargamiento axial no parecen ser modificables, lo que lleva a la conclusión de que la prevención de la miopía puede ser el mejor enfoque para reducir la incidencia de la miopía patológica y sus complicaciones en el futuro.14
Por lo tanto, el objetivo de instaurar cualquier tratamiento para controlar la progresión de la miopía es claro: lo ideal es detener la progresión, pero lo realista es minimizar la progresión de la miopía y el aumento de la longitud axial. Ofrecer un tratamiento que haga que el paciente tenga un menor crecimiento de la longitud axial y un menor nivel de miopía es nuestro deber de cuidado. Les prepara para reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con la miopía en etapas posteriores de su vida y aumenta sus posibilidades de éxito en el tratamiento de esas enfermedades. Evitar niveles más altos de miopía también mejora la calidad de vida. Reduce la carga económica de las familias debido al mayor coste de los aparatos, la mayor frecuencia de las revisiones oftalmológicas y los costes del tratamiento de las complicaciones.15,16
¿Tenemos intervenciones que funcionen?
No sólo hay pruebas claras sobre la eficacia de las distintas terapias, sino que también existen pruebas de que animar a los niños a pasar más tiempo al aire libre, al menos dos horas, es beneficioso para prevenir o retrasar la aparición de la miopía. Esto es especialmente cierto en el caso de los niños en edad preescolar y en los primeros años de primaria, ya que está demostrado que cuanto más temprana es la aparición de la miopía, mayor es la probabilidad de desarrollar una miopía alta y, por tanto, mayor es el riesgo de complicaciones que pongan en peligro la vista.17
Así pues, estamos cerca del punto en el que estamos convencidos de que el tratamiento de la miopía es eficaz pero, lo que es más importante, ¿sabemos a quién es mejor tratar? ¿Podemos iniciar la conversación con nuestros pacientes/padres sobre la necesidad de minimizar cualquier nivel de miopía y crecimiento axial? Además, explique que el inicio del tratamiento por la presencia de cualquier factor de riesgo para el desarrollo de la miopía está justificado, y que no debemos esperar a que la miopía progrese.
¿Cuándo debemos iniciar la terapia?
Podemos concluir que cuando ambos padres tienen niveles significativos de miopía y un hermano mayor ya está bajo tratamiento por su miopía en desarrollo, un niño pequeño de sexo femenino y sin miopía debería ser considerado para una intervención temprana.
El concepto de que más vale prevenir que curar es omnipresente en la asistencia sanitaria. Atribuido al filósofo holandés Desiderius Erasmus (circa 1500), este concepto suele ser un principio fundamental en el tratamiento de las enfermedades. Pr Bullimore y Brennan (2023)18 se han hecho eco recientemente del concepto de prevención de la miopía en su artículo en el que instan a que el tratamiento de la miopía se inicie dos o tres años antes de lo que se hace actualmente.
Así pues, ¿cuándo debemos empezar la atención preventiva de la miopía? ¿Cuánta evidencia se necesita? ¿Disponemos ahora de pruebas suficientes sobre la eficacia de las distintas opciones de tratamiento de la miopía progresiva? ¿Estamos preparados para prevenir la miopía en lugar de intentar detener su progresión? Todas son preguntas que invitan a la reflexión, y quizá estemos un día más cerca de responderlas. ¿Está preparado para cambiar su enfoque sobre cómo tratar a sus pacientes miopes jóvenes?